El amor es una realidad sumamente importante; sin embargo esta realidad debe ser entendida y experimentada, partiendo de la base que:
«…no podemos experimentar aquello que no hemos entendido.«
Podemos decir que todos los asuntos que trata la biblia, son expresiones y frutos del mismo Cristo. Todo es de él, todo sale de él y todo vuelve a él.
Cuando hablamos del amor, estamos hablando de Cristo mismo y su expresión.
El amor antes de hacer es un SER.
Al decir que amamos, decimos que somos la fiel expresión de Cristo en la tierra. Pero este amor se expresa y se da a conocer al realizar la voluntad de Dios. En otras palabras decimos que la realización de la voluntad de Dios, es el fluir del amor de Dios.
Sin embargo, si abrimos un poco mas este “abanico”, podríamos mencionar una palabra que siempre se la relacionó con el amor, y es la “pasión”.
Juntos podemos ver que la pasión es aquello que con el paso del tiempo, se fue escurriendo en una generación. Ya no vemos tantas personas apasionadas por el Evangelio. La pasión por la palabra y la oración a perdido peso frente a la pasión por la cultura cristiana y todo lo que ella provee; en donde es mas “cool” lo que hacemos en publico y con amigos, que aquello que hacemos en secreto. Tampoco hablo del fanatismo (pasión extrema sin equilibrio, que nos vuelve intolerantes con los demás).
¿Qué es la pasión? Sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón. (Así lo expresa el diccionario).
Podemos decir que el amor es la sustancia misma de Dios, es la vida de Dios y la pasión es la manera en que este se muestra a los demás.
Muchas veces el amor se expresa y manifiesta como pasión, haciendo que la vida de Dios nos gobierne integralmente, absorbiendo por completo nuestra voluntad.
El amor de Dios perturba nuestra razón humana y natural, y nos somete a la mente de Cristo… el amor de Dios siempre cuidará la verdad por sobre la razón.
¿Cuántas personas hay que amando mas la razón, terminaron perdiendo la verdad? El Espíritu Santo nos guía a toda verdad; él no nos fue dado para que en todo tengamos razón, ni tampoco para que en todo haya una razón lógica y humana, sino que él nos fue entregado para crecer en la verdad.
2º Corintios 5:13-15 RV60 “Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. 14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
2º Corintios 5:13-15 MSG “Si actué como loco, lo hice por Dios; Si actué demasiado en serio, lo hice por ti. El amor de Cristo me ha llevado a tales extremos. 14 Su amor tiene la primera y la última palabra en todo lo que hacemos. Nuestra firme decisión es trabajar desde este centro enfocado: Un hombre murió por todos. Eso pone a todos en el mismo barco. 15 Incluyó a todos en su muerte para que todos también pudieran ser incluidos en su vida, una vida de resurrección, una vida mucho mejor que la que la gente jamás vivió por sí sola.”
El amor es la cordura de los santos, que sirviéndose los unos a los otros, pueden permanecer en la perfecta comunión conquistada en la Cruz del Calvario.
El amor nos mantiene en el centro para no perder equilibrio: “él murió por nosotros, para que nosotros ya no vivamos para nosotros mismos…”.
Pasión sin amor es solo fanatismo; ya que en las filas del fanatismo solo encontraremos intransigencia, intolerancia, obstinación, tenacidad, y un gran desequilibrio (vida en la carne), entre otras cosas.
El amor es la misma vida de Dios en nosotros. Dios nos ama dándonos su vida. Por eso decimos que tenemos el amor de Dios si hemos recibido Su Vida.
Efesios 2:4-7 RV60 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
¡El amor de Dios se dispensó en la cruz! Crucificándonos juntamente con Cristo, resucitándonos con él y sentándonos con él.
Por eso es importante saber que nada de lo que hagamos debe ser realizado sin amor. No porque no podamos, sino porque no será aceptado por Dios.
Dios desea que nuestras acciones puedan dar vida a quienes nos rodean. A él no le interesa el “mucho bien” que podemos hacer; a él solo le interesa la dispensación de Su Vida. ¿De qué puede servirnos el «mucho bien» que podemos hacer, si detrás de esas acciones, solo hay satisfacciones personales, pero en nada de ello Dios recibe placer?
Tengamos cuidado, no sea cosa que detrás del «mucho» y “gran bien” que estemos haciendo, Su Vida no sea el fluir que transforma las vidas.
Veamos este ejemplo:
Apocalipsis 2:2-4 RV60 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
Dios conocía todas las obras de esta Iglesia (Éfeso), todo era aparentemente perfecto, no había nada para reprochar porque hacían lo que debían supuestamente hacer, PERO Dios tenia algo en su contra:
Habían dejado lo protocolar, ¡lo que es primero! ¡EL AMOR!
“Obras excelentes, pero sin amor…”
Todo lo que podemos hacer puede ser reprobado, solo por el hecho de no dar vida a través de lo que hacemos.
Quiero que retengamos este pensamiento:
Amor Es La Vida De Dios En Nosotros Y A Través De Nosotros Al Mundo.
Leamos el siguiente texto:
Mateo 22:37-40 NVI “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. 38 Este es el primero y el más importante de los mandamientos. 39 El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. 40 De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.
Gálatas 5:14 NVI En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
1 Corintios 13:1-3 NVI Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. 2 Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. 3 Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso.
1 Timoteo 1:5 RV60 Pero el propósito (la meta) de nuestra instrucción es el amor nacido de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera.
Observemos lo importante que es el amor ante los ojos de Dios:
- El amor, dice Jesús, es la realidad hacia la cual toda la ley y los profetas apuntan.
- Pablo nos dice que el amor es el propósito o meta de toda la instrucción.
- Además, que si no tenemos el amor verdadero, todo nuestro conocimiento y todos los dones e incluso cualquier sacrificio que hagamos, no tendrán ningún provecho espiritual. Dice Pablo que sin amor, no somos “nada”. El amor es la identidad inamovible de los Hijos de Dios.
Es muy aconsejable que comencemos a olvidar las muchas ideas e imágenes que podemos tener nosotros acerca del amor. Sé que puede ser difícil, porque hay muchos conceptos sobre el amor que hemos inventado. Sea que nos hayamos dado cuenta o no. Las ideas que hemos aprendido sobre el amor, nacen de nuestras experiencias y relaciones naturales, de nuestra cultura, de películas, sueños, etc.
El ser humano ama el tener sus propias ideas acerca del amor. Hay personas que son muy románticas y emocionales con respecto al tema del amor. Otras personas no son tan románticas, pero tienen ideas y opiniones muy fuertes sobre el amor, especialmente con respecto a sus familias y otras relaciones.
Pero este es nuestro trabajo día a día: desprendernos de todo lo natural y crecer en la vida del espíritu para entender a Dios. Toda expresión de la vida de Cristo es espiritual (no es natural). Por lo tanto cuando leemos asuntos de Su vida, no podemos cometer el error de comparar Su vida con nuestras cosas terrenales. Su vida es superior.
Estamos en un tiempo de despojarnos de imágenes naturales para arribar a una visión celestial. Nuestro compromiso diario es tocar las realidades espirituales y hacerlas nuestras. No podemos seguir permitiéndonos saber las realidades espirituales y no hacerlas nuestras. Pero para que esto sea real en nosotros, necesitamos cruz. Necesitamos crucificar nuestros conceptos e ideas tocantes al amor.
Por eso, nos cuesta entender el amor de Dios. Muchos ya hemos encontrado una definición de amor que nos gusta; ya sabemos y ya lo hemos experimentado, e imaginamos que el amor de Dios es algo muy similar a lo que hemos experimentado en lo natural y carnal.
Éxodo 20:4 No te harás imagen… [amar al Señor, es impedir que imágenes paganas sean formadas en nosotros; por el contrario, nos abrimos paso a una vida de Visión y Realidad].
Si hay algo que ocurre en la cruz, es que allí hemos crucificado y dimos muerte a nuestras imágenes y definiciones aprendidas en lo natural, para arribar a una visión celestial y espiritual. Tenemos ideas que dicen: “Yo sé lo que es el amor, pero Dios ama mucho mejor que yo”. “Entiendo el amor por lo que siento por mis hijos, ¡pero el amor de Dios es más fuerte aún!”.
Pero estos pensamientos, aunque parecen positivos y certeros, nos estorban, porque en realidad estamos manteniendo nuestras propias imágenes, ideas y conceptos sobre el amor y proyectándoselos a Dios.
Comenzar como ignorantes y vacíos de definiciones, nos adentrará a una aventura extraordinaria, donde por el Espíritu Santo seremos enseñados… [por ejemplo; la oración, el ayuno, los dones, la paz, el amor, etc.].
Si de verdad queremos ver el amor de Dios, lo primero que veremos en la luz, es que el amor de Dios no tiene nada que ver con nuestros conceptos carnales, ni nuestras experiencias terrenales. De hecho, en algunos sentidos, son totalmente opuestos. Tal vez debamos empezar con una breve conversación sobre aquello que el humano entiende como amor.
Para nosotros, en términos generales, el amor es:
- Una experiencia emocional que tiene que ver con un deseo.
- Un anhelo.
- Un cariño.
- Un tipo de vínculo entre nosotros y algo más.
- Relaciones intimas en las parejas.
- Un regalo inmenso.
- Un gesto.
- Dar la vida por alguien.
- Servir a todos.
El objeto de nuestro vínculo o cariño, de una u otra manera, SIEMPRE es algo que pensamos que es bueno para nosotros o para nuestro provecho. De esta manera es que el humano entiende lo que es el amor: algo que le trae beneficios, y algo que es bueno para él.
Esto debe ser obvio. La razón por la cual “amamos cosas», según nuestras definiciones, es por lo que ganamos y disfrutamos de ellas; entonces, como actuamos por nuestras emociones, el amor se convierte en una acción. Pero cuando no recibo beneficios, automáticamente dejamos de amar llegando a decir: “se acabo el amor”.
Yo no estoy diciendo que esto no es así en la tierra, ya que cada uno puede pensar lo que desea con respecto a este tipo de amor, pero lo que si voy a decir, es que este no es el amor de Dios. Esta no es la naturaleza del amor de Dios hacia nosotros, ni tampoco es la clase de amor que Él requiere de nosotros, o que debe obrar en la iglesia.
Sentir, hacer o decir cosas buenas de alguien que nos cae bien, no es el entendimiento de Dios sobre el amor. No tenemos que leer mucho tiempo la Biblia, para tener que enfrentar esta realidad espiritual.
Cuando pasamos por la cruz, migramos de la IMAGINACIÓN a la REVELACIÓN.
Hemos pasado de muerte a Vida; de ser terrenales a ser espirituales, por lo tanto los conceptos que tengamos deben corresponder a la naturaleza que tengo en Cristo.
Estamos hablando de que todo lo que existe, existe EN CRISTO. El amor existe en Cristo; nunca fuera de Él. Es necesario que entendamos que cada cosa de la que hablamos en Cristo, no tiene nada que ver, ni tiene relación con nosotros en nuestra condición natural. Es decir, las realidades en Cristo (como el amor) no nos pertenecen en la carne, más bien, son realidades que experimentamos cuando perdemos nuestra vida y nos apropiamos de Su Vida.
Romanos 8:38-39 RV60 Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Por lo tanto, lo más peligroso y “sonso” que podemos hacer, es intentar llevar algo de nuestra carne (ideas, creencias, opiniones, interpretaciones, habilidades, etc.) a Cristo y procurar que tengan un lugar allí. Cuando leemos las Escrituras nos damos cuenta, que el amor de Dios, tiene que ver con compartir Su propia vida. El amor de Dios es el regalo de la vida misma ¿Por qué? Porque la naturaleza del amor de Dios ES DAR y compartir la vida.
Este es nuestro primer paso fuera de nuestras propias ideas y definiciones. El amor de Dios no es una emoción que nos impulsa a hacer cosas. En realidad, no tiene nada que ver con acciones motivadas por ciertos sentimientos. Recordemos que no es según el primer Adan, donde todo era impulsado por el alma. El amor es muchísimo más que una emoción para Dios. No es lo que él siente, sino mas bien, lo que Él es y hace.
El amor es lo que Dios es y hace.
Por eso la orden es: “amarás…” no es si siento de amar, sino que es un mandamiento. Dios nos envía a ser Su Vida y a realizar lo que él hace.
Cada vez que leemos “amarás”, estamos leyendo: “ve y se mi vida… haz lo que yo hago…”
Para nosotros, el amor es una emoción, es algo que sentimos; y a lo que hacemos por causa de nuestras emociones, lo llamamos un acto de amor; pero no es así con Dios.
El amor de Dios es una invitación a la plena participación de Su vida, y para que esto sea una realidad en nosotros, él nos dio LA CRUZ.
El amor de Dios es la invitación a participar de Su vida, y este amor se expresa llevándonos a Su Cruz. El amor es la dádiva total de Su vida, naturaleza, justicia Y gloria, en y a través de la cruz.
¿Cómo nos amó Dios a nosotros? Llevándonos en Su Hijo a la cruz.
Él nos ama al crucificarnos con Su Hijo y al permitir que ese Hijo resucitado sea ahora la vida eterna en nosotros.
Tal vez alguien podría decir: “Suave… usted acaba de decirme que Dios me ama. Entonces, ¿por qué me mata si me ama?” Es que aquí hay algo que no entendemos. Dios no podría amarnos sin crucificarnos con Su Hijo. El amor es el fluir de la Justicia de Dios. Quiere decir que el amor no es un acto solo de bondad, sino que es un acto de justicia (el querer de Dios) y lleno de bondad.
S. Juan 3:16 RV60 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Dios nos amó dándonos Su Hijo… El amor de Dios no es otra cosa que ¡DAR A Cristo! Así fue como Él manifestó Su amor; quitó lo que éramos para poder traernos a la experiencia de todo lo que Él es. Ese es el amor de Dios. El amor de Dios se manifestó quitando la memoria del primer Adán y colocando Su Memoria eterna; entonces es allí que no conocemos otra vida fuera de la cruz, una vida en donde renunciamos a todo lo natural para abrazar lo espiritual.
2 Corintios 5:14 NTV Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla. Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua.
Aquí se evidencia el amor de Dios: en que creemos no solo que Cristo murió por nosotros, sino que nosotros hemos muerto juntamente con él, perdiendo así nuestra antigua vida.
No nos gusta oír esto por varias razones. Primero, porque nos gusta pensar que Dios aprecia y ama lo que somos y tenemos por naturaleza. Decimos cosas como: “Dios me ama tal como soy”.
¡Dios nos ama y nos dio una cruz!
El amor y la respuesta de Dios para lo que soy es una cruz. Tenemos que comprender, que si Dios va a amarnos, va a tener que cortar de nosotros todo lo que está muerto y es inmundo, contrario, natural y carnal. Y justamente todo lo que está muerto, es inmundo, contrario, natural y carnal, es lo que llamamos “nuestra vida”. Es todo lo que tenemos y conocemos por nuestro nacimiento natural. En otras palabras, si Dios va a amarnos, tiene que crucificarnos, juzgarnos y sepultarnos. Lo peligroso, malo y muerto que necesita ser quitado, es usted y soy yo, somos nosotros mismos, el hombre natural, y el único bien es el don de Cristo. Entonces, el instrumento del amor de Dios es la cruz.
Lo peligroso, malo y muerto que necesita ser quitado, somos nosotros mismos: el hombre natural.
Siempre hemos oído una frase que dice: “Dios odia el pecado, pero ama al pecador”. Sin embargo, Dios no solo rechazó el pecado, sino al pecador llevándolo a la cruz haciéndolo así una nueva creación, en la cual Cristo es todo y en todos. Dios ama al pecador al regenerarlo y transformarlo en una Nueva Criatura.Así es como Dios nos ve. En Cristo, es dónde y cómo Dios nos ama. Sólo por nuestra ignorancia y necedad, exigimos que un Dios de amor nos ame y nos acepte como somos, pero Él hizo algo mucho mejor que esto: ¡No nos aceptó como éramos, sino que nos aceptó en el Amado!
No optó por sólo tolerar lo que éramos, más bien, llevó a su final lo que éramos y nos dio el don de lo que es Cristo. Y ahora, por el amor de Dios, tenemos la misma vida, gloria y comunión de Su Hijo…y todo a través de la cruz.
El amor de Dios es esto: Él nos dio una muerte que no podíamos morir, para vivir una vida que no podíamos vivir. Es exactamente lo que dice Juan:
1 Juan 4:9 NVI Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él.
1 Juan 4:9-10 NTV Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de él. 10 En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados [y note que no dice para tolerar nuestro pecado].
Dios mostró su amor enviando a Su Hijo, porque solo en él tendremos VIDA. Y en esto se muestra el amor verdadero, en que Dios nos amo para eliminar una vida perdida en el error.
Lo primero que diremos es que, el amor tiene que ver con el dar o compartir la Vida. Así es como Jesús experimentaba el amor del Padre.
Jesús dijo:
Juan 3:35-36 NTV El Padre ama a su Hijo y ha puesto todo en sus manos. 36 Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios.
Juan 5:20 NTV “Pues el Padre ama al Hijo, y Le muestra todo lo que hace…”
Cristo experimentó el amor del Padre al recibir, experimentar y compartir todo lo que Dios era, todo lo que Dios tenía, todo lo que Dios estaba haciendo. Así es EXACTAMENTE, como nosotros experimentamos el amor de Dios: recibiendo todo lo que viene de él, teniendo lo que él tiene, haciendo lo que él hace y dando lo que él es.
El amor de Dios se evidencia en alguien que es amado. ¿Cómo? dando vida a los que le rodean, compartiendo y haciendo participes a las personas de aquello que Dios mismo es.
1º Juan 4:7-9 RV60 “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
1º Juan 4:19-21 RV60 “ Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.”
Creo que no hay dudas que en esta vida amamos a Dios, no solo porque él nos amó primero, sino que lo hacemos como él lo hace con nosotros… sin embargo esto no queda allí:
Juan15:12 RV60 “Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.”
La evidencia de una real fructificación y expansión de Cristo en mi y través de mi (como ramas de la vid), es que amo a mi hermano COMO ÉL AMA: Dando mi vida por ellos.
¿Hasta cuando colaborar y servir a mi prójimo? Hasta perder mi vida por ese servicio de amor.
2º Corintios 12:15 RV60 «Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.»