La Gracia de Dios es la raíz y el sustento del Evangelio. La Gracia es el mismo Evangelio. Solo por Gracia podemos vivir naturalmente la realidad del evangelio y allí, disfrutar nuestra comunión con nuestro Dios Padre, mediante Cristo Jesús.
La Gracia nos adentró a la perfecta unidad que el Padre tenía con el Hijo…
“Yo en ellos y tu en mi, para que sean perfectos en unidad…” Juan 17:23
Comunión es perfecta unidad. Comunión es salir de la zona de simulación y ficción; en donde ya nos volvemos incapaces de actuar y fingir la expresión del Evangelio. Solo en la perfecta unidad, el Evangelio se vuelve sustancial y real en nosotros.
Lamentablemente muchos que se dicen ser cristianos en el mundo entero, han ingresado a las filas de un “evangelio de ficción”, en donde actuar y ser parecido a “tal cosa” es suficiente para engañar a los niños en Cristo y a los inconstantes. A esto los apóstoles le llamaban “apariencia de piedad”, en donde el fingimiento es el sustento de todo lo que somos y hacemos.
Cristianismo de ficción: movimientos, actividades, costumbres y tradiciones carentes de amor y compasión. El resultado de ello, es una vida externa aceptada por el status quo, pero el corazón lejos del Señor.
Tales “actores” viven al “grito de la moda” que propone esta cultura, pero perdieron la vigencia del espíritu. Parece que hoy ser “cool” o “moderno” y tener “llegada” a esta generación es todo lo que se necesita, pero quiero decirles que esto siempre fue así… siempre fue mas fácil comer la comida que este sistema propone —para parecerme a uno de ellos— que proponer en el corazón estar lejos de aquello que pueda contaminarme a mi y a los que me oyen.
No estoy en contra de la moda. Si puedes y deseas comprarte la ropa que te agrada, hazlo por favor, pero no te confundas, porque la moda jamás te dará lo que el espíritu tiene para dar. Este mensaje no es un llamado a la austeridad y a la hipocresía, sino un llamado al corazón diciéndote: ¡no te desvíes!
Cuando la ficción del evangelio aterriza en los corazones, inmediatamente comienzan a verse evidencias tan claras, que entre las muchas que podremos nombrar en este día, primero diremos que el corazón se comienza a hinchar con lastima. Un corazón hinchado con lastima es un corazón que solo tiene lugar para la información; una información que sin dudas llama la atención del oyente, pero los tales siguen privados e incompletos para dar un paso hacia el compromiso, y la responsabilidad que los desafíos del mismo Evangelio implican.
Cada llamado a manifestar el evangelio, en sus diferentes expresiones según los dones y la gracia, jamás encastraran a la perfección con nuestras habilidades y capacidades naturales; por el contrario, la abundante Gracia en nosotros nos impulsan en amor para corresponder al llamado de Dios.
2º Corintios 5:14 RV60 “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;”
Allí constreñir se traduce como “sunéjo”: comprimir, sostener juntos, unión.
En su amor fuimos comprimidos, y ahora nos sostenemos en él mediante ¡esa cruz! Por eso dice: “si uno murió, todos murieron…” ¡él nos sostuvo en aquella cruz!
Por tal motivo:
2º Corintios 5:15 RV60 «y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”
Eso es gracia, es el ámbito donde dejo de ser “yo”. Ahora somos NUEVAS CRIATURAS.
La comunión con Dios , le pone fin a mi corazón, a mis deseos y a mi voluntad… sin embargo la falta de gracia nos aleja de la comunión, sosteniéndonos así con una simple y devastadora relación, teniendo y entendiendo que él y yo somos diferentes y que de vez en cuando me uno a él para colaborarle en lo que necesite.
Demás esta decir que él no necesita ayuda ni colaboración de aquello que esté fuera de él… ¡todo esta provisto en Su Cuerpo! Él se provee de la Iglesia, y de cada miembro que la compone.
Cuando eliminamos la cruz de nuestro evangelio, perdemos la comunión, sustituyéndola por una simple relación. ¿Qué se necesita para una relación? Dos personas. Por lo tanto comprender que tengo que mejorar o inaugurar una relación con Dios, arroja indirectamente un equivoco pensamiento sutil, pero fundamental que dice: Dios es Dios y yo soy yo… él pasa a ser un “otro”, ignorando que ese “otro” amó tanto al mundo que dio a su único Hijo para que todo aquel que en él crea NO SE PIERDA, mas tenga vida eterna.
¿Sabe que creo? Que entre nosotros hay muchos perdidos… perdidos en una vida relacional con Dios por la escasez de Gracia. Pero la buena noticia es que él nos encontró, nos alcanzó y nos envía constantemente Su Palabra para que por medio de la locura de la predicación sigamos siendo salvados de nosotros mismos, y a su vez, sigamos disfrutando esta comunión perfecta que tenemos con el Padre mediante el Hijo.
Mientras escribo estas líneas, tengo una visión: así como se derrite la cera frente al calor extremos del fuego, así se derriten las mascaras que utilizábamos para mostrarnos piadosos.
Esto no es condenación, sino por el contrario, es amor en su expresión mas pura; porque solo allí, desde el lugar de nuestra realidad miserable y pobre podemos llegar a ver cuanta necesidad de Su Gracia tenemos todos los días.
Hay un encuentro con nuestras miserias, porque hasta nosotros quizás nos hayamos creído el papel que protagonizábamos. Estamos en una estación de salud, de libertad, de avance y de mucha luz; sencillamente porque Dios se propuso darse a conocer y manifestarse por medio de Su Iglesia.
En breve publicaré la segunda parte…
Con amor, tu servidor Julián.