Estoy seguro que muchas veces te ha tocado vivir situaciones «extrañas» -al igual que a mi-, es decir, situaciones que están muy lejos de ser aquello que has imaginado y/o pensado. Sin embargo, es allí que descubrimos y disfrutamos la bondad de Dios, que como un buen Padre, nos lleva a vivir con exactitud cada propuesta de Su Corazón para con nosotros.
Sin dudas los pensamientos de Dios son mas altos que los nuestros, y al decir esto, muchas veces caemos en un tipo de conclusión “gloriosa”, creyendo que ese “pensamiento mas alto” tiene que ver con un tipo de pensamientos mucho mejor que el nuestro, desde la perspectiva humana, terrenal y animal. Pero no. Los pensamientos altos, son transversales a los pensamientos bajos. Un pensamiento alto brota de una visión celestial. Es la visión celestial la que da a luz los pensamientos altos y esos pensamientos, cortan y frustran nuestros pensamientos bajos y terrenales. Podemos decir que la frustración, es una de las primeras evidencias que da la bienvenida al rompimiento de nuestros pensamientos terrenales.
Pensar lo que Dios piensa, no es una cuestión de actitud mental. Por el contrario, requiere de un cambio de visión. Mirar lo eterno y celestial, es comenzar a tener acceso a un fluir de pensamientos ajenos a nuestra naturaleza adámica. Por esta razón, los pensamientos altos, suelen llamarse “locura” para muchos. Vaya locura a la que nos hemos sumergido. Mantener un estado de locura es una cosa “solo de locos”. El loco, siempre será loco para el no salvado. Loco es aquel que camina transversalmente al estatus quo, a lo normal y a lo aceptable. Cuando hablo de “Locura” no hablo de aquella enfermedad que algunas personas padecen, conocida como “demencia”; sino que hablo con el buen y correcto uso de la palabra.
Antes de continuar, pongamos algunas cosas en claro:
- El pensamiento ALTO, es transversal al pensamiento bajo.
- El pensamiento ALTO, nace de la Visión Celestial.
- El pensamiento BAJO, es terrenal, animal y diabólico.
Santiago 3:13-18 NVI 13 ¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría. 14 Pero, si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad. 15 Esa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica. 16 Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. 17 En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera. 18 En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz.
Pensamos y profesamos el evangelio, conforme la sabiduría que hemos adquirido. Por lo tanto, es la conducta la que deja evidencias claras de la sabiduría que nos gobierna.
La sabiduría, los pensamientos y las acciones, están hermanadas y entrelazadas. Por este motivo se nos insta a ser renovados en el espíritu de nuestra mente por la palabra de verdad, para que la sabiduría celestial sea nuestra agua bautismal, y hagamos de ella nuestra hábitat.
Hay evidencias esclarecedoras de alguien que vive bajo el gobierno de una sabiduría terrenal, y es que es arrastrado/a por envidias amargas, rivalidades en el corazón, siempre tiene la necesidad de presumir y jactarse de algo, y por ultimo, y no menos importante, falta a la verdad.
¿Qué es faltar a la verdad?
Es vivir un engaño presente. Esta generación al no poder vivir una verdad presente (por causa de no oír con claridad la voz de Dios), se han convertido en un engaño presente, en donde sus vidas, están ligeramente basada en filosofías y corrientes modernas que batallan en contra del sacrificio del Hijo de Dios en la cruz. Cuando esto se empodera, el mérito personal es exaltado, y es la meritocracia la que conduce poquito a poco a esta generación, a un engaño presente, actual y vigente. Necesitamos aclarar, que sus palabras cautivan y llaman la atención porque hay modernismo y actualización en su vocabulario, pero no hay dirección divina. Solo se hace un caldo de cultivo con todos los problemas de la sociedad, condimentando este caldo con un poco de reflexión, algún texto bíblico y una oración final para que todo parezca “divino” y “celestial.”
Hoy en día la rebeldía que administra esta generación, es una rebeldía de visión.
Una visión celestial, arrojara sabiduría celestial y es esta sabiduría la que hará brotar pensamientos ALTOS.
Una visión terrenal, arrojará sabiduría animal, y esta sabiduría producirá pensamientos BAJOS.
La Visión Que Abrazamos, Define La Sabiduría Que Administraremos.
Cuando leemos al profeta Habacuc en su libro, podemos observar su determinación en permanecer atento a todo lo que se le diría:
Habacuc 2:1 RV60 Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja.
Afirmar nuestro pie en aquel quien es nuestra fortaleza, es sencillamente “no dormir en los laureles”, sino por el contrario, redoblar nuestra atención a Su Voz.
Muchos han devaluado las fuerzas del Señor a un punto en donde nos permitimos distracciones, y estas distracciones son las que nos llevan a no oír claramente a Dios. Y la consecuencia de no oír bien, es no ver bien.
Habacuc dice: “…velaré para VER lo que se me DIRÁ…”
Todo lo que Dios dice genera una visión, y es esa visión la que nos deposita en una plataforma de sabiduría divina.
No somos sabios por lo que podemos pensar, sino que somos sabios por lo que pudimos oír y ver… luego en esto pensamos. Por esta razón nuestros pensamientos son ALTOS, porque nuestra visión es ALTA y CELESTIAL.
Habacuc con claridad pudo ver y registrar esa visión. Si no fuese por esa claridad puntual en la visión, jamás hubiésemos tenido un Habacuc 3:17-19.
Los pensamientos altos que brotan de una visión genuinamente celestial, siempre serán transversales a la realidad que vivamos. Habacuc quizás era un “loco” que administraba “locuras” en su época. Porque la gestión de un hombre espiritual, siempre rompe los protocolos del estatus quo.
El gozo que un sabio administra no esta sujeto a las realidades temporales —“con todo yo me alegraré y me gozaré en el Dios de mi salvación…”—
Siempre el pensamiento alto será locura para quienes solo piensan bajezas. Lo que es locura para el hombre, deja en evidencia la incapacidad de ver lo que Dios hace y dice.
Deseo que a continuación, repasemos algunas escrituras para contemplar algunos episodios en donde sin dudas, aparece la locura en oposición a la realidad de Dios.
Lucas 24: 1-12 RV60 1 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. 2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro; 3 y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; 5 y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6 No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, 7 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. 8 Entonces ellas se acordaronde sus palabras, 9 y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. 10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. 11 Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. 12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.
Un grupo de mujeres, decidieron ir al sepulcro, para arrojar fragancias aromáticas, tal como era la costumbre. La sorpresa fue que al llegar, no solo la piedra había sido removida, sino que el cuerpo de Jesús no estaba allí. El estado de estas mujeres fue quedarse paralizadas frente a este episodio, hasta que aparecieron dos varones con vestiduras resplandecientes para comunicarles lo que había sucedido. Ellos le hicieron una sola pregunta: “¿porqué buscan al que vive?” Y seguido a esta pregunta, ellos afirman la resurrección de Jesús, haciéndoles recordar las mismas palabras de Jesús —que sería entregado, crucificado y resucitado—.
Estas mujeres pudieron no solo ver y oír, sino también recordar las palabras de Jesús. Inmediatamente salen de camino hacia el lugar en donde los discípulos estaban reunidos para comunicarles lo visto y oído. Sin embargo, todo lo que estas preciosas mujeres comunicaban, era LOCURA, por lo tanto nadie creía.
Son muchas las veces que nos alejamos de las palabras que él nos pronuncia. Por este motivo la exhortación fue: ¡ACUERDENSE! ¡RECUERDEN! —“Acuérdense de lo que él les habló…”—
Acordarse: acercar el corazón otra vez, volver a unir los corazones.
De esta palabra (acordar) se desprende la palabra “recordar”.
Recordar: volver a pasar por el corazón.
Dios siempre quiso un corazón cerca, unido al suyo. La cruz resolvió el problema de corazones distantes. Ahora somos uno en él, y nuestro corazón ha sido absorbido por el suyo. No obstante, el alejarnos de sus palabras, hace que nuestro corazón comience a ser permeado por el engaño.
El recordar, alistó el corazón de estas mujeres y lo alineó a la visión.
Muchas veces la visión no se comprende porque nuestro corazón esta lejos, o simplemente permeado de engaño.
Con mucha razón el sabio Salomón dijo: “cuida tu corazón, porque de él mana la vida”. (Proverbios 4:23). Porque nuestra vida es idéntica a la salud y posición de nuestro corazón.
Los apóstoles no se cansaban de recordar a la Iglesia palabras que les mantendrían a salvo. Es Pedro quien dice: “no dejaré de recordarles estas cosas aunque ustedes ya la sepan…” (2 Pedro 1:12); porque recordar, es volver a pasar aquellas palabras que un día se pronunciaron, por nuestro corazón. Son esas palabras, las que mantienen en salud nuestro corazón y lo alistan para la visión.
Las palabras de alguien que mantiene salud en el corazón —un corazón vigente a la voz de Dios— provocan el deseo de ver lo mismo. Eso fue lo que sucedió cuando las mujeres se encontraron con los apóstoles.
No obstante, debemos decir que nadie puede creer en aquello que se le comunica, cuando lo que se oye se recibe como una locura. Por esta razón la comunicación del Evangelio, debe ir cargada de visión. Una generación que solo oye, jamás garantizará el creer.
Necesitamos recuperar los ámbitos de oración que el Espiritu Santo nos proporciona, porque en esos ámbitos, podremos recordar palabras puntuales que nos limpian la conciencia y eliminan los estorbos que nos impiden creer. Solo la oración nos permite limpiarnos. Necesitamos purificar nuestra conciencia y nuestros ojos, de lo contrario, todo lo que viviremos nos parecerá locura.
Esta historia continua relatando la acción de Pedro, quien levantándose, fue al sepulcro y vio solo lienzos.
Cuando aquello que oímos no se conecta con una visión clara, todo es locura. Por esta razón repito lo dicho hace un instante: La locura que el hombre administra, deja en evidencia la incapacidad de ver lo que Dios dijo, hace y dice.
El mensaje de la cruz siempre fue, es y será una locura entre los que se pierden.
El evangelio necesita ser comunicado y oído. No nos cansaremos en anunciar las buenas nuevas. Sin embargo, si estas buenas noticias no están acompañada de una visión clara, comenzaremos como generación , a administrar locuras, aceptando desafíos que se amoldan a nuestra comodidad integral.
Estamos viviendo días de mucho avance, y de palabras que dejan de ser palabras y se están volviendo realidades en medio de nosotros. La falta de oración esta dejando a una generación entera fuera de las ejecuciones precisas que Dios esta haciendo. Sencillamente porque sin una vida de oración genuina, es imposible ver lo que hemos oído y aprendido.
Solo queremos oír y aprender, pero nadie quiere dedicar tiempo, para que a solas con el Espiritu Santo, podamos ver con claridad los movimientos y así evadir la locura que ata a muchos. La locura es la prisión de los débiles.
1 Corintios 1:18-24 RV60 18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
La sabiduría que nos gobierna y administramos, esta sujeta a lo que vemos y oímos. La visión celestial siempre nos dejará en una plataforma de “locura” para quienes solo viven gobernados por pensamientos bajos y empapados de una sabiduría terrenal.
Toda palabra que se desprende de la cruz, dará la opción para enloquecer. De nosotros depende. La sabiduría a la que nos aferremos, será la que definirá si trabajaremos y colaboraremos con el Señor, o simplemente quedemos descalificados de la propuesta vigente de Dios para con este mundo.
Dios se encarga de destruir la locura de los sabios. ¿Cómo lo hace? Mediante la palabra de la cruz. Por esta razón tenemos muchas personas deseando ser cognitivos y racionales frente a una propuesta divina. Es en ese punto que se desploma la sabiduría del sabio.
El agrado de Dios siempre fue el mismo: salvarnos. Sin embargo esta salvación no condice con nuestros pensamientos bajos. Todo por el contrario, Dios nos salva comunicándonos palabras y visiones que nada tienen que ver con lo normal de este mundo. Es la bendita visión celestial la que nos salva de nosotros mismos cuando decidimos obedecerla.
Podemos decir que vivimos y experimentamos la salvación, en la medida que obedecemos todo lo aquello que de él vemos y oímos. Mientras que el no salvo, quien solo maneja una salvación discursiva pero no funcional, es aquel que se volvió rebelde a la visión celestial. Un rebelde, es aquel que se rebela a vivir lo que Dios mostró, al menos que esa visión tenga lógica humana y terrenal (lo veremos mas adelante).
La sabiduría de Dios opera en hijos que se someten a la visión celestial, sin rastrear lógicas humanas y temporales. Muchas veces queremos desarrollar la visión celestial (algo que Dios ha mostrado a otro), con el buen sentido de acompañar la misión. El problema surge, cuando nosotros no somos quienes vemos de manera directa lo que Dios esta mostrando. Es entonces que necesitaremos acompañar con lógica lo que otro vio acerca de aquello que se debe realizar.
La misión de la Iglesia esta sujeta a la visión celestial. En esta misión no hay lugar para rebeldes —personas que se niegan a la visión celestial, agiornandola con condimentos personales y lógicas terrenales—.
Cristo es poder y sabiduría de Dios. Por lo tanto portar y dispensar a Cristo, será una tarea que solo se llevara a cabo bajo el gobierno de una visión celestial, administrando nuestros días bajo la sabiduría divina que deposita cotidianamente en nosotros pensamientos ALTOS.
El Espiritu Santo colabora en la administración de pensamientos Altos, para que la sabiduría divina siga siendo nuestro gobierno.
1 Corintios 2:12-14 RV60 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
No podemos pensar en la realización de una misión, desconociendo lo que por gracia hemos recibido. Cuando conocemos y comprendemos lo que Dios confió en nuestras manos, estamos calificados para enseñar a otros. Sencillamente porque ver lo que nos fue concedido, nos habilita a una enseñanza espiritual, y no a una enseñanza basada en sabiduría humana.
La visión es clave para el desarrollo de cualquier gestión espiritual; en este caso la de enseñar y transmitir el evangelio.
Ahora bien, aquí está el punto de la “locura”. El hombre natural (quien nos ve y no entiende), no puede percibir las cosas que son del espíritu, por tal motivo, administrará locuras. Todo lo contrario con el hombre espiritual —aquel que tiene ojos para ver— entiende perfectamente y discierne con excelencia todo lo que recibe de Dios, porque no solo oye, sino que puede ver.
Dos razones para enloquecer: no ver u oponerse a la visión celestial.
- Quienes no ven, dejan al descubierto su inmadurez estacional.
- Quienes ven y no quieren obedecer (rebeldes), dejan al descubierto su inmadurez por decisión —siempre buscando lógica en todo—.
Nosotros que fuimos traspasados por la cruz, tenemos la mente de Cristo, y es esta mente la que nos lleva a obedecer la visión celestial si resistencias, porque no pensamos bajo patrones terrenales, sino bajo patrones celestiales: nuestro pensamientos son ALTOS.
Podemos recordar al Pablo suplicándoles a los corintios que le toleren un poco de locura.
2 Corintios 11:1 RV60 ¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme.
En aquellos días, los corintios estaban recibiendo personas que enseñaban un evangelio diferente, con un espíritu diferente. No obstante estos hermanos toleraban de buena manera a estas personas que procuraban confundirles mediante una mala pericia en el mensaje del evangelio. Para los hermanos de Corinto, lo que estos personajes comunicaban, era muy tolerable. La pregunta es ¿Porque toleraban el mensaje de estos individuos? Sencillamente porque el mensaje se adaptaba a su lógica y preferencias terrenales. Esta es la razón por al cual Pablo tenia que pedir la tolerancia hacia sus “locuras”.
Las palabras de Pablo eran locuras, porque eran palabras que se desprendían de una visión celestial. Sus palabras estaban cargadas de sabiduría celestial. No obstante la sabiduría natural que los Corintos administraban, impedir soportar de buena gana los mensajes de Pablo.
La iglesia de Corinto, consideraba a Pablo de insensato. El trabajo que los falsos apóstoles y falsos obreros realizaban en la región, tenía éxito, porque la mente de ellos era débil y natural.
La falsedad y el engaño, siempre tendrá lugar en una generación que busca su propio beneplácito en la comunicación del evangelio. Solo quieren oír lo que se acomoda a sus desafíos y metas personales.
¿Que es lo que se exige del liderazgo? Que se soporte el lidiar con una generación que se ha rebelado a la visión celestial. Repito: algunos porque no ven y otros porque han decidido dejar de ver. Estamos batallando contra las corrientes de la sabiduría humana y terrenal; mas nosotros no dejaremos de administrar los pensamientos altos que la mente de Cristo nos proporciona.
Dios hará lo necesario para refrenar la locura de una generación que se ha negado a ver lo que Dios está mostrando. Así como sucedió en la historia de Balaam, en donde “una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta”. (2 Pedro 2:16).
Si deseamos ver a Dios expresarse y manifestarse en nuestros días, no perdamos la atención a Su voz. Porque la atención a Su voz y la permanencia en ella, nos conducirá a una visión clara. Luego nosotros decidimos obedecer o resistirnos a esta visión. Solo se resisten a la visión quienes han perdido la vigencia de la voz de Dios, que como agua, limpia nuestros pensamientos y renueva nuestra mente para el desarrollo de pensamientos altos.
Pablo, frente al rey agripa declara:
Hechos 26:19 RV60 Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial,
No resistirse a la visión celestial es respetar el orden y protocolo que Dios ha mostrado. Pablo detrás de esta declaración, deja ver la sumisión en la que se bautizó desde aquel día camino a Damasco.
En esta declaración de Pablo, hay años de disciplina, preparación, discipulado, sujeción a las autoridades, errores, aciertos, correcciones, etc. No ser rebelde a la visión celestial, implicaba no solo el cumplir con el mandato de la misión, sino con la preparación para la misión.
Una misión que sin dudas trajo un coctel de sufrimientos, sentimientos y sensaciones. Pero la visión celestial también provee dicha preparación.
Una visión celestial no solo te encomienda una misión, sino que te prepara para dicha misión.
Quien se mantiene firme en la visión celestial, no basa su vida en sentimientos, sino en la plena certeza que arroja el conocimiento y entendimiento de aquello que somos.
Finalizo con estas palabras:
Los pensamientos altos se basan en lo que somos, mientras que los pensamientos bajos se basan en lo que hacemos.
Con esto no descarto el hacer, porque creo que lo que hacemos brota de quienes somos. Pero nuestra seguridad nunca debe estar en lo que estamos (o no) haciendo, sino en aquello que somos y en aquello que Dios produce en nosotros.
La sabiduría natural administra solo acciones. La sabiduría celestial administra visiones que nos someten a una gestión espiritual, en donde lo que hacemos, no lo hacemos por costumbre ni activismo, sino por obediencia.
Oremos para no dejar de ver lo que Dios nos ha mostrado. La fidelidad a la visión celestial asegurará el existo de Dios y nuestra aprobación como obreros que jamás se avergonzarán.
4 comentarios
Hola Julián.
Gracias por la enseñanza tan clara y cómo nos confronta.
Saludos a la familia. Bendiciones
Un placer servirles amada Micaela! Cariños para los tuyos!
Muy buena enseñanza!
Edificas al cuerpo! Un gran abrazote!
Gracias por tu comentario! bendiciones!