La ansiedad sustituye el hambre. La cultura propone un alimento constante. Las actividades que no colaboran al propósito eterno, son golosinas, chucherías y dulces, que con el tiempo solo traen dolor, retraso y desnutrición. Hay actividades que solo colaboran con nuestro ministerio personal, con nuestros deseos naturales, con nuestra reputación y buen nombre, con nuestra fama, con nuestro apetitos carnales, etc. pero no se ve una generación hambrienta de orar y rendirse a una vida de silencio y quietud. Ya nadie tiene hambre del Señor a solas. Parece que el hambre solo aparece en los momentos que estoy rodeado de gente, en donde hay luces, musica, etc. Al parecer no es hambre, es solo ansiedad que esta siendo saciada con dulces.