Muchas cosas podemos decir de la Navidad. Y muchas otras podemos decir desde un plano subjetivo. Si le preguntásemos a las personas que es para ellos la Navidad, quizás no todos harían un buen uso de la memoria, ya que el dios de este siglo a enceguecido de tal manera los ojos del entendimiento, que no pueden ver correctamente. En otras palabras, cada uno ve lo que quiere ver, cuando la vida que se vive es meramente individual.
Hoy sencillamente haremos uso de la Memoria Eterna. Recordaremos que Navidad Es Amor y Generosidad.
Dice la Biblia que desde antes de la fundación del mundo, Dios ya había dado a su hijo, para que en él nosotros fuéramos rescatados. ¿Rescatados de qué? De nuestra vida.
1 Pedro 1:20 NTV Dios lo eligió como el rescate por ustedes mucho antes de que comenzara el mundo, pero ahora en estos últimos días él ha sido revelado por el bien de ustedes.
Y así fue, en la eternidad, nuestro Padre de amor y generosidad ya nos había dado a Su Hijo, el unigénito, para que en él fuésemos salvados. Ni un día de estos aún se vivían, hasta que él decidió invadir con su eternidad nuestro ámbito natural, terrenal y cronológico. Y entonces vino a nosotros en forma de hombre:
Juan 3:15-17 NTV Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
Filipenses 2:6-8 NTV Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales.
Esto es hacer memoria y ponerle peso a los días que vivimos. El nacimiento de Jesús, tal como todos sabemos, fue en el pesebre de un establo allí en Belén. Esta es la figura más presente que las personas tienen, y no está mal. Pero tampoco podemos limitar la Navidad a un sencillo y humilde establo. Navidad es el acto del amor eterno del Padre, haciéndose tangible y real en nuestros días. El Dios eterno se buscó un “envase” para poder venir a nosotros, vivir como nosotros y morir por nosotros. Él murió una muerte que jamás hubiésemos podido morir, para así vivir una vida que jamás hubiésemos podido vivir.
Su muerte y resurrección nos hizo nuevos. Y su vida nos enseñó a vivir.
La Navidad la celebramos todos los días, cuando decidimos no vivir para nosotros, sino para aquel que murió y resucitó por nosotros.
Navidad es vivir como él vivió. Despojándonos cotidianamente del status. Renunciando a privilegios que solo traen beneficios personales. Viviendo una genuina humildad. Siendo siervo de todos. Amando mas “la toalla” que “el manto”. Viviendo una vida de profunda sensibilidad a la voz de Dios, para así corresponder con obediencia inmediata.
Navidad es el regalo más valioso que jamás podremos recibir. Navidad es Cristo en nosotros, la esperanza de Gloria.
Navidad es vivir en él, por él y para él.
Que la vida que elijas vivir, todos los días le este diciendo al mundo entero:
¡Feliz Navidad!