Acompáñame en esta serie de reflexiones sobre la fidelidad. Sin dudas la Iglesia del Señor fluye en fidelidad, porque no puede, ni quiere realizar otra cosa que no provenga de Cristo, quien es su cabeza.
Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quién da con alegría. 2 Corintios 9:7