“Mi alimento consiste en hacer la voluntad de Dios, quien me envió, y en terminar su obra…”
Me he preguntado: ¿qué es aquello que nos sostiene y nos impulsa? El alimento es energía, es el combustible que necesitamos para movernos. Por eso comemos para vivir y no vivimos para comer.
La nutrición es acorde al trabajo que debo realizar. Hay un tipo de alimento único que te dará la idoneidad y las fuerzas necesarias para ser participantes y ejecutantes del propósito eterno de Dios, y es el estar constantemente y cotidianamente alimentándote con el “hacer Su voluntad”.
Nunca te sentirás vacío e incompleto si lo que acabas de hacer pertenece a la voluntad de Dios. Pero el no hacer su voluntad ( y hacer la nuestra) dejará siempre un sabor amargo y un paladar que saboreará frustraciones. Si hay algo que resolvió la cruz, es nuestra alimentación. Ya no comemos nuestra propia voluntad o la voluntad de los hombres. Ahora nuestro alimento es hacer la voluntad de Dios.