Avanzar Hacia La Meta II

En la primera parte (Avanzar hacia la meta I) hablamos acerca de que aquella meta que deseamos alcanzar es la fiel expresión de un Padre de amor y misericordia. Por tal motivo, continuaremos observando de cerca el gran propósito eterno de Dios al crear al hombre.

Para comprender el propósito eterno de Dios es necesario plantear algunas preguntas que, al menos para mí, han sido importantes. Y luego, quisiera responder conforme a lo que puedo ver en el Señor.

  • ¿Por qué Dios creó al hombre?
  • ¿Cuál era Su propósito al crear al hombre?

Encontramos estas respuestas en Génesis:

Génesis 1:26-27 RV60 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”

Dios dijo “hagamos al hombre”. Esto, de alguna manera, nos demuestra la clase de hombre que Dios había creado y formado, un hombre a Su imagen.

Dios había creado un hombre para que lo represente a Él, por eso lo hizo conforme a Su imagen.

El versículo 28 es más explícito aún, allí se remarca el deseo de Dios. 

¿Cuál es este deseo de Dios? Un hombre que gobierne y tenga dominio sobre la tierra.

¿Cómo creó Dios al hombre? Lo creó a Su propia imagen. Dios quería un hombre que fuese como Él mismo. De hecho, así lo dice la Escritura: “para que sean como nosotros”(NTV).

Entonces, podemos ver claramente que la posición que Dios le estaba dando al hombre era única porque, entre todas las criaturas creadas, solo el hombre fue creado a la imagen de Dios.

“Un hombre a Su propia imagen…”

Hay un detalle extraordinario que remarca Watchman Nee en su libro “Iglesia victoriosa” y deseo colocarlo aquí. Se trata de que podamos ver una diferencia entre el verso 26 y el 27.

v. 26 “Hagamos al hombre a nuestra imagen…”

v. 27 “Y creó Dios al hombre a Su imagen…”

En el verso 26 hay una referencia plural, pero en el 27 hay una referencia singular. Nosotros entendemos que son tres las personas que constituyen la deidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo; pero solo el Hijo es quien lleva la imagen en la deidad. La palabra “su” denota al Hijo, y en el Hijo habita toda la deidad.

Colosenses 1:15 RV60 “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”

Romanos 8:29 RV60 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”

* En la primera cita observamos que SOLO ÉL (Cristo) es la imagen del Dios invisible. Esto nos habla de que Dios hace visible Su invisibilidad por medio de Cristo. A la vez, esto nos indica que, quien porta a Cristo, porta una expresión, manifestación e imagen misma de Dios al mundo. Tener a Cristo no es solo una experiencia interna, sino una manifestación externa, porque el Hijo fue constituido IMAGEN de Dios.

* En la segunda cita, Pablo es muy claro diciendo que “fuimos predestinados a ser hechos conforme la imagen de Su Hijo”.

Cuando Dios gana al hombre, Su Hijo deja de ser el unigénito y ahora pasa a ser el primogénito entre muchos hermanos.

Esto significa que ya no es el único en portar la naturaleza divina, sino que, ahora, nosotros somos participantes de esta naturaleza. 

Cuando el hombre es ganado por Dios, el plan de Dios se cumple.

El plan de Dios se cumple por el hombre; y la necesidad de Dios, mediante el hombre, se satisface. Esto nos indica que nosotros fuimos creados y formados para darle placer a Papá Dios.

El problema de muchos, en la actualidad, es que viven bajo la bendición de la creación de Dios, pero no bajo la formación de Dios.

Deseo explicarme mejor. Nadie discute que el hombre es creación misma de Dios. De hecho, todos los que estamos leyendo estas líneas confiamos en que somos Su creación, obra de Sus manos. Pero esto no alcanza para vivir una vida que le dé placer a Dios. Dios no solo desea que vivamos como seres creados por Él, sino también como seres formados por Él.

La Biblia es muy clara en este asunto en génesis. En el verso 27 nos declara que “nos creó a Su imagen”, pero en Génesis 2:7 dice que Él le dio forma al hombre.

Génesis 2:7 RV60 “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”

Dios no solo creó al hombre, sino que le dio forma, y la obra completa radica en que Él nos dio Su Espíritu. 

La falta de la misma vida de Dios conduce al hombre a vivir una vida para sí mismo y no una vida que le produzca placer a Dios.

Bajo este entendimiento, podemos asegurar que el mundo entero vive bajo la influencia de la creación de Dios. Pero no todos se someten a la formación de Dios por medio de Su Espíritu.

Entonces, decimos que el hombre fue creado y formado para darle placer a Dios y, de esta manera, el plan de Dios puede ser ejecutado en la tierra. ¿Qué demanda Dios? Que el hombre no escape de Su gobierno y que viva solo para Su voz. Así vivía Adán, vivía para oír a Dios. Su caída no fue producto de otra cosa que detenerse para oír la voz incorrecta.

Dios creó al hombre para que este gobierne la tierra. Y Dios, en este punto, no tiene la necesidad de gobernar la tierra, solo gobierna al hombre y, mediante el hombre, a la tierra.

¿Cuál es el problema? Que el hombre decidió vivir su propia vida, bajo la influencia de otra voz. Lo que termina formando al hombre es la voz que oye. La voz a la que nos rendimos es la voz que nos termina formando, por ende, nuestra imagen siempre será conforme a la voz que oímos. Nuestra forma y expresión de vida es fiel a la voz que nos gobierna. 

Lo que deseo que entendamos es que siempre estamos expresando una imagen. Este es el propósito de Dios para con el hombre, que este exprese una imagen. El problema está en que el hombre muchas veces no expresa la imagen correcta.

Génesis 5:3 RV60 “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.”

“… fue padre de un hijo que era igual a él, su viva imagen, y lo llamó Set…” (NTV).

Después de que el hombre comenzó a vivir una “vida de muerto” por causa del pecado, por causa de oír otra voz (eso es verdaderamente errar al blanco), él comenzó a multiplicarse conforme a su propia y personal imagen. Si bien se estaba multiplicando -como Dios deseaba- , la imagen de Dios no se multiplicaba, sino que la semejanza de un hombre de pecado se estaba multiplicando.

Aquí el hombre aprendió a vivir para sí mismo. Fuera del huerto del Edén, el hombre elegía sus propósitos, se dejaba arrastrar por sus propios deseos, convicciones y, de esta manera, vivía con su propia voluntad (podemos ver esto con detalles en Efesios 2).

Dios no podía gobernar la tierra. El hombre que Él había creado decidió vivir para sí mismo. ¿Cuál era la solución de Dios? Hacerse hombre para, así, poder recuperar el dominio y el gobierno de la tierra. ¡Su plan seguía en marcha! Dios confiando al hombre el gobierno y dominio de la tierra. Aquí es donde Dios se hace hombre y viene a recuperar lo que el primer Adán perdió. Él es el postrer Adán.

Por esto siempre me gusta recalcar la diferencia del primer Adán y el postrer Adán (Cristo). Nosotros elegimos bajo la influencia de que Adán queremos vivir.

La cruz nos da la oportunidad de sumergirnos en la vida del postrer Adán y, así, cambiar nuestra imagen y gestión de vida. Sencillamente porque, en Su cruz, experimentamos un vacío de nosotros mismos. Somos vaciados del primer Adán y llenos del postrer Adán. Allí, nos volvemos participantes de la naturaleza divina, para ser coherederos con Aquel que dejó de ser el unigénito para volverse el primogénito entre muchos hermanos.

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